miércoles, 10 de agosto de 2011

10.08.2011

Disculpen mi insistencia. No soy yo, sino mi editor. Bueno, también los miles de incondicionales que dicen gustar desayunarse con éstas crónicas.
Lo peor es la falta de ideas y, más que nada, la monotonía.
Y como de costumbre, no puedo evitar comenzar con un breve apunte político, ya que hace unos días tuve la oportunidad de compartir unas horas con Rajoy y Zapatero. No, no es que sus declaraciones fueran dignas de análisis, ya que, aunque Rajoy se mostraba mucho más agresivo, ambos mantenían el mismo discurso, con la falta de contenido y precisión que les caracteriza. Es decir, más de lo mismo.
Se trataba de dos sabuesos Gran Danés, residentes en una finca manchega, nombrados con mucha gracia y acierto por alguien con manifiestas inquietudes políticas. Y es que es para inquietarse…
Ya conocen, amables lectores, la inclinación de quien suscribe por los “deportes de riesgo”. Si bien el alpinismo solitario y el triatlón de larga distancia pertenecen a etapas más lozanas del itinerario del autor, la búsqueda de límites y emociones continúa vigente. La conclusión del libro de Los Alpes coincidió con la llegada de pequeñas grandes responsabilidades. Por el contrario, el mundo del triatlón no supo hacer justicia conmigo. Por ejemplo: si Miguel Induráin era adulado cuando no ganaba etapas del Tour de Francia, en favor de sus compañeros de escapada, ¿por qué no se utilizaba la misma vara de medir cuando el autor cruzaba la meta detrás de dos mil quinientos compañeros? Vamos,… de lo más injusto. De haber ganado todas las carreras me habrían llamado “caníbal”, “piraña”, o cuanto menos “abusón”. ¿Y qué me dicen de las carreras que Clemente Alonso (uno de los mejores triatletas del mundo) ganó gracias a mí? Una vez, coincidiendo su día de regeneración con el mío de máxima carga, entrenamos ciclismo juntos. Al cruzar una rotonda estuve a punto de tirarlo al suelo, pero mi talento y pericia impidieron que nuestro campeón pasara varios meses lesionado. A veces tengo la impresión de que se trata de un libro inconcluso que merece un buen colofón…
Y si de riesgo y emoción se trata, podrán adivinar que mi actual estado de fatiga y recuperación se debe a mi última ronda de golf. ¡Madre mía, qué extenuación! ¡Me dio tal bajón de cebada que no tuve más remedio que parar en la gasolinera a comprar cervezas! ¡Y eso que he vuelto a practicar deporte de fondo para optimizar mi preparación física!
Bueno, tal vez la preparación no sea la más adecuada. Recuerdo que antes iniciábamos la temporada efectuando CA-COs. Se trataba de sucesiones de Caminar-Correr-Caminar-Correr… Ultimamente vengo adaptando esta práctica, lo cual podríamos denominar CA-CIs. Específicamente, consiste en sucesiones de Caminar-Cigarrito-Caminar-Cigarrito… No sé, tal vez debería eliminar el caminar del programa. O tal vez esté notando la influencia y efectos secundarios de las numerosas vacunas que estoy tomando por cuestiones laborales.
Bueno, como no todo puede ser riesgo y emoción, aprovecho para escribir de rutina y decirles que tanta inyección de virus se debe a mis continuos viajes profesionales a la India, auténtico vertedero del mundo. Afortunadamente, la continua afluencia de telecos de todo el mundo está promoviendo la construcción de un campo de golf entre vertedero y vertedero. Aparte de India, más de lo mismo: EE.UU., G.B., Alemania, Canadá, Australia, Japón, Golfo Pérsico…
¡Ha vuelto JETLAG-MAN!